Reseña sobre la obra de Teatro “Las Troyanas”, realizada por Vicente Palacios, antiguo padre de alumnos, escenógrafo y siempre dispuesto a a colaborar con nosotros.

Hace apenas veinte días, asistíamos a la representación de una memorable Lisístrata, un grito en favor de la paz y de la igualdad entre hombres y mujeres.
Anoche tocó el turno a la Tragedia, Las TROYANAS nada menos, un texto escrito por Eurípides en el 415 a de C., que dramatiza el terrible desenlace del enfrentamiento entre las Ligas de Delos (liderada por Atenas) y el Peloponeso (encabezada por Esparta) que concluyó con la extrema crueldad que ejercieron los vencedores sobre los vencidos. Tras aniquilar a los niños para impedir que en el futuro pudieran ejercer su venganza, se repartieron a las viudas. El definitivo acto de guerra es depositar la semilla del vencedor en el vientre de las mujeres y las hijas de los derrotados.
No es un referente tan lejano, el Holocausto nazi o la Guerra de los Balcanes están muy cerca en el tiempo y Alepo (Halab), en Siria, es hoy mismo una ruina total como consecuencia de una cruenta Guerra Civil.
En 1937, tuvo lugar el bombardeo fascista de la ciudad vasca de Guernica, como nos recuerda el cartel de la obra extraído del conocido cuadro de Picasso que preside uno de los patios del Colegio con vocación de memoria histórica. Ese grito de la madre con su hijo muerto en los brazos, que vomita cuchillos de dolor, conecta por línea directa con la descripción que hiciera Ovidio: “Hécuba se transformará en una perra con ojos de fuego tras oír su aullido de dolor por la muerte de sus hijos.”
El pintor andaluz ilustró magistralmente ese grito eterno contra la barbarie, grito que anoche se hizo patente en la garganta rota de Ana Torrelo -papelón de actriz madura dotada de unos recursos interpretativos sorprendentes para su edad- encabezando un impecable elenco de chavalas y chavales que volvieron a reconciliarnos con la esperanza en un futuro mejor mediante el teatro -no es la primera vez que el Colegio Aljarafe alza su voz para gritar ¡NO A LA GUERRA!
A ellos se sumó anoche parte del público con un clamoroso “Yo también soy Hécuba”, gritado por madres y profesoras desde las gradas de este recién remozado teatro romano que volvió a ser el marco perfecto para una noche más de teatro en el Colegio Aljarafe.
Sin palabras…

Vicente Palacios.